40º Aniversário da Constituição da República Portuguesa
82 Los retos del constitucionalismo contemporáneo 40.º Aniversário da Constituição da República Portuguesa Colóquio Comemorativo Me corresponde también hablarles de “constitucionalismo”, de sus retos presentes. Como tal término, deriva inmediatamente del de Constitución, sin confundirse con este último. Sería una osadía por mi parte introducir consideración alguna sobre esta categoría en presencia de uno de los estudiosos más destacados del mismo, el Prof. Dieter Grimm, tanto más tras su magistral conferencia de esta mañana. Baste decir ahora que el constitucionalismo trasciende a la Constitución, en el sentido de que se despega de la norma constitucional en cada tiempo y lugar vigente. Sólo añadiría una referencia a la fuerte carga cultural de esta noción, destacada particularmente por Peter Häberle: Es decir, el constitucionalismo como cultura de la Constitución, y como componente esencial de nuestra cultura: De nuestra cul- tura política, de nuestra cultura social, de nuestra cultura sin más adjetivos. Y es que, casi por definición, las nuestras son sociedades dotadas de Constitución. Centrándome, sin embargo, en el tema de esta tarde, diría que el constitucionalismo tiene ya de por sí algo de reto o de desafío: Porque la Constitución, en el sentido moderno de la palabra, no es algo natural, que nos venga dado, sino algo que ha sido conquistado, aunque nunca del todo, ni definitivamente. Aquí debo dejar hecha la cita de quien más pro- fundamente ha marcado mi modo de dar razón de la Constitución, Konrad Hesse, cuando se refería precisamente a la “voluntad de Constitución”, en su memorable lección inaugural de 1959 sobre “La fuerza normativa de la Constitución”. El reto que el constitucionalismo supone ha ido tomando manifestaciones diversas a lo largo de sus más de dos siglos de existencia. Una vez superado el inicial desafío de su implantación, unos fueron los retos del constitucionalismo liberal: El del sufragio universal masculino, o el de las libertades públicas más allá de las estrictamente individuales, por citar dos ejemplos. Los del constitucionalismo democrático fueron ya otros: Los resumiría en el reto de pacificación de la vida pública, en el sentido de aceptación, por la gran mayoría, del desenvolvimiento de la acción política en el marco parlamentario. Los retos del constitucio- nalismo del presente, por fin, son aún otros, nuevos y distintos. Ahora bien, en tanto que fenómenos propios de unas Constituciones que han sido siempre, hasta ahora, Constituciones nacionales, sus respectivos retos han adoptado expre- siones propias y específicas. La Constitución de la República que hoy conmemoramos, por ejemplo, debió enfrentarse a retos propios a lo largo de estos decenios, retos que no necesito enumerar ante ustedes. Baste decir que aquí se supieron aprovechar las virtudes de la reforma constitucional, a diferencia de lo que ha sido el caso de España. Por su lado, la Constitución de mi país debió enfrentarse también a sus propios retos. Me limito a citar a este respecto el de construir el llamado “Estado de las Autonomías”, a partir de ese verdaderamente laberíntico, y a día de hoy aún inmutado, Título VIII del texto de 1978. Y, desde luego, mi tarea hubiera sido más fácil si se me hubiera pedido que presentara los retos presentes de la Constitución española: Hasta tal punto existe un amplio consenso al respecto. Pero la cuestión que nos ocupa no es la de los retos de una Constitución determinada,- sino los de la más amplia categoría de constitucionalismo, aunque referida al presente. Esto es ciertamente así, pero me permitiría acotar un poco más el tema, centrándome en un constitucionalismo también determinado, introduciendo alguna precisión adicional. Lo que propongo, en este sentido, es reconducir los retos del constitucionalismo con- temporáneo a un específico modelo o paradigma de constitucionalismo, en concreto el que nos queda más cerca a los portugueses, a los alemanes o a los españoles, en definitiva, un
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